Sobre Krishnamurti

¡Oh Krishnaji! En 1926 nos condujiste a creer que la meta era la búsqueda de la felicidad, en 1927 la liberación, en 1928 la verdad, y en 1929 la unicidad; en 1930 destrozaste nuestras creencias en la reencarnación, los Maestros, los salvadores, y ahora hablas de remover el “Yo”, el ego, hacia un estado sin nacimiento ni muerte, de pura Vida, lo cual tiene algún significado para ti, pero no para nosotros. Pero todavía hablas de logro, de realización, de culminación.

– “Boletín de la Estrella,” Septiembre de 1931.

 DK sobre el trabajo de Krishnamurti

DNE II

El Plan será restablecido en la Tierra por la iluminación y la buena voluntad, y cuando esto tenga lugar el Cristo retornará a la Tierra. Les pediría que no interpreten mal esta frase. El Cristo jamás dejó la Tierra, y cuando se despidió de Sus discípulos dijo, “He aquí, yo estoy siempre con vosotros, hasta el fin de los días.” Sin embargo, Su presencia no es reconocida por las masas y sólo la presienten y esperan vagamente los religiosos ortodoxos de todos los credos del mundo.

En primer lugar, como he señalado anteriormente, el retorno de Cristo se expresará por el surgimiento de la conciencia crística en los corazones de los hombres de todas partes, siendo su primera expresión la buena voluntad.

En segundo lugar, los discípulos de todas partes serán cada vez más sensibles a la cualidad, voz y enseñanza de Cristo; serán “influidos” por Él en muchos casos, así como anteriormente influyó a Su discípulo Jesús; por la influencia que ejercerá sobre los discípulos de todas las tierras, se multiplicará a Sí Mismo repetidas veces. La eficacia y el poder del discípulo influido será asombroso.

Uno de los primeros experimentos que Cristo realizó mientras Se preparaba para este tipo de actividad estaba vinculado con Krishnamurti. El éxito sólo fue parcial. El poder que Él empleó fue distorsionado y mal aplicado por los devotos que componen mayormente la Sociedad Teosófica, razón por la cual se puso fin al experimento, aunque sirvió para un propósito muy útil. Uno de los resultados […] fue […] que ya no [se] considera a la devoción, adecuada o necesaria para la vida espiritual o su efectividad. […] Cuando Cristo trate nuevamente de influir a Sus discípulos, se espera que reaccionen en forma diferente. Por eso A.A.B. restó importancia constantemente a la devoción y abogó por la independencia espiritual. Ningún devoto es independiente, sino un prisionero de una idea o de una persona.

Cuando retorne el Cristo florecerá muy activamente la conciencia crística entre los hombres; cuando los discípulos trabajen bajo el reconocimiento del Cristo, llegará el momento en que nuevamente y en público volverá a caminar entre los hombres; el Cristo podrá ser públicamente reconocido y realizará su trabajo en los niveles externos de la vida y también en los internos. Para estos tres acontecimientos, que están relacionados con la divinidad inherente al hombre, la Jerarquía trabaja y Se prepara, y registrará esencialmente otro de los resultados del exitoso empleo de la nueva Invocación, a fin de ayudar en esta tarea de preparación. [AAB: DNEII, 156-157]

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[e250] ¿Cuál es la revelación inmediata que los iniciados y discípulos del mundo tratan de manifestar a la humanidad? ¿Cuál es el aspecto de esta unidad esencial que ellos  se esfuerzan por simplificar y hacer más evidente? Una de las cosas más fáciles de decir es (como lo ha dicho, por ejemplo, Krishnamurti) que la vida es una, y sólo existe la unidad, lo cual es la gastada formulación de una antigua verdad, constituyendo hoy una trivialidad oculta. La vida aún no es una en la conciencia, aunque de hecho sí lo es. La razón estriba en que la vida es síntesis amorosa en acción, la cual muy poco se manifiesta en la actualidad. Tenemos la vida activa, pero aún está ausente el amor, basado en la conocida unidad que conduce a expresar la síntesis. Muchos ya lo ven en el horizonte, porque en la actualidad gran número de personas están desarrollando la vista y afluye la luz. La revelación vendrá cuando los discípulos e iniciados del mundo hayan perfeccionado el arte de la revelación.

La tarea por delante es muy sencilla. Actualmente, la realidad del reino de Dios, y de la Jerarquía planetaria, constituye el aspecto más importante de la unicidad básica que subyace en las formas, y sobre él los trabajadores deben poner inmediatamente el énfasis. Los ciudadanos de ese reino y los miembros de esa Jerarquía son extraídos de toda nación, partido político, grupo social, culto, secta religiosa y organización -sin tener en cuenta sus objetivos-, demostrándose la unidad subyacente en la universalidad de los campos de donde surge esa gente. Cuando dicha unidad asuma una adecuada proporción ante los ojos del género humano, sobrevendrá una verdadera síntesis.

Por lo tanto, se ha hecho en la actualidad un llamado para que los trabajadores jerárquicos revelen con mayor énfasis la realidad de la Jerarquía, lo cual –si se lleva a cabo en gran escala y a través de una adecuada organización– destruirá en forma vasta, y ya está destruyendo las actuales [y caducas] estructuras mundiales en los campos religioso, económico y político. [AAB: TS7R V, 250]


VBA sobre Krishnamurti

[VBA:] “…uno de los grandes proyectores del Agni Yoga en el mundo… fue Krishnamurti, una entidad de primer rayo… K. fue un gran discipulo de Buda.”

[VBA:] “Estoy hablando el lenguaje de esta Nueva Era; de esta Nueva Era nos ha hablado muy absoluta y correctamente Krishnamurti. Krishnamurti ha sido, dentro de la Raza, aquel ser insigne que ha dicho “He conquistado la verdad y ¿cómo he conseguido la verdad?, porque he vaciado la mente de todo contexto memorial.” Y cuando el pensamiento no contiene memorias, ¿qué contiene entonces? Contiene ideas creadoras que son intuitivas. Una idea por su propia condición de síntesis puede derivar en una multiplicidad de pensamientos, y nosotros nos deleitamos con los pensamientos, nos recreamos con los pensamientos pero no sabemos su significado, nos limitamos a reproducir y a reproducir, pero no a crear. La creación viene por la idea intuitiva, lo habitual -el pensamiento que utilizamos- viene de recuerdos.”

[VBA:] “Krishnamurti es uno de los “avatares” de la Nueva Era señores, por lo tanto hay que tratar de comprenderle, porque forma parte de la Jerarquía Oculta, más allá de la conocida, y está traficando con un poder del 1º Rayo; de ahí la dificultad de que sea comprendido. Es ahora con la estructuración del “Agni Yoga” que el mensaje de Krishnamurti puede ser comprendido, sin necesidad de que se establezcan nuevas luchas entre grupos distintos.”


La llama de la atención | Observación participante | Atención y voluntad

Sendra: Puerto Rico


 

Krishnamurti y su Mensaje

[VBA:] Una de las cartas más interesantes, por su importancia en relación con un gran hecho mundial, me vino de una señora de Barcelona, Ella me preguntó sin rodeos. (1) «¿Cuál es su posición respecto al Mensaje del señor Krishna­murti? (2) Usted nos habla de los Maestros ni mas ni menos que lo hacían los antiguos teósofos, siguiendo la tradición de Mme. Blavatsky, la Srta. Besant, Leadbeater, etc., Ellos afirmaron también sus contactos con el Maestro, pero, (3) frente a la Mueva Era a la que usted se refiere constantemente ¿no es preferible el Mensaje de Krishnamurti?» He ahí mis respuestas a estas cuestiones.

(1) Espiritualmente no se pueden adoptar posiciones, sino que hay que experimentar verdades. Desde este punto de vista toda persona culta, mental­mente organizada y espiritualmente predispuesta, tiene una cierta experiencia de la verdad que la capacita para dar un determinado mensaje, su mensaje de la verdad por ella percibida y registrada. Krishnamurti nos habla de la verdad única y total, expresión inefable de la vida liberada, un Mensaje que no trataré de discutir por tratarse de un Mensaje viviente, más que simplemente expresivo para las gentes. El problema reside quizás en el hecha de que no todas las personas, incluidas la mayor parte de las que leen, y es­tudian asiduamente a Krishnamurti, están a la altura de este Mensaje, ni capacitadas, por lo tanto, para comprenderle y correctamente interpretarle. Usted me preguntará quizá el porqué de esta afirmación.

Mi respuesta será la propia de Krishnamurti:

«… a la Verdad pura e incondicionada no se puede llegar a través de una mente intelectual, compleja y condicionada».

Tenemos también la afirmación categórica de un conocido Adepto de la Jerarquía Blanca del planeta, el Maestro D. K.:

«La mente humana debe estar plenamente desarrollada, controlada y or­ganizada antes de poder acercarse a los valores fundamentales de la vida».

Al comparar ambas afirmaciones debo necesariamente preguntarme cuántas personas en el mundo de hoy poseen una mente tan extraordinariamente predispuesta. Me pregunto también cuántos, de entre los más aptos, serán lo suficientemente rectos y equilibrados como para poseer «una mente plena­mente desarrollada, controlada y organizada» y ser al propio tiempo capaces de dejarla totalmente libre y silenciosa para poder acercarse así al gran Mis­terio de Verdad que es esencia de la Vida. Para mí existe solamente un solo y único Mensaje de la Verdad, del que participan indistintamente y según su propia «medida o jerarquía» todos los seres humanos. Me refiero a medida o jerarquía en el sentido de que no todos los hombres se hallan en un mismo nivel de percepción de la verdad en un momento cíclico del tiempo. el que caracteriza por ejemplo nuestra Era, la tremendamente fascinante ERA que estamos viviendo. Siendo así me pregunto de nuevo, ¿cuántos en el mundo de hoy serán capaces de percibir la Verdad tal cual la percibe y trata de expresarla Krishnamurti?

(2) Me remito ahora al tema de los Maestros al que usted también se ha referido. Al hablar de los Maestros de la Jerarquía, y de mi Maestro en particular, doy sincera y honradamente fe y testimonio de una verdad que sin negar en absoluto el Mensaje de Krishnamurti es algo que ve he podido vivir y experimentar independientemente por completo de si anteriormente la vivieron y experimentaron discípulos tan extraordinariamente predispues­tos y capacitados como H. P. B., Mme. Besant. Olcott, Leadbeater la señora Alice Bailey, etcétera. No se trata de una experiencia o verdad de orden perso­nal, sino la afirmación de un hecho eterno que se realiza en todos aquellos cuyo propósito espiritual y su dedicación al servicio de la raza son lo suficien­temente firmes, correctos y sinceros. Es la respuesta inmediata y aplicación de las sacramentales palabras «Llamad y se os abrirá», «Pedid y se os dará» comprendidas en su exacta aplicación esotérica.

Y respecto a la Verdad única y total, a la que se refiere Krishnamurti de­bemos tener presente que de esta Verdad inefable, pura e incondicionada como esencia del propio Dios, han habido y habrán siempre testimonios vivos e incontrovertibles. Estudié, pues, el pasado, desde que el hombre tuvo uso de razón hasta nuestros días. Los testigos de a verdad surgirán de lo pro­fundamente místico o espiritual de la historia con luz potente e indescripti­ble: Hermes, Krishna, Confucio, Buda, Cristo, Lao Tse, etc., Se trata de Seres extraordinariamente evolucionados en el sentido espiritual que experimen­taron en Si mismos la Verdad universal y la vivieron integralmente en Sus vidas. Recordemos también que el Mensaje de Aquel Elegido que haya lo­grado descubrir y vivir la Verdad universal no dependerá tanto de la Verdad vivida y experimentada como del tiempo o época en que esta Verdad ha de ser emitida o revelada.

Krishnamurti presenta su Mensaje a un mundo moderno bajo la presión de ciertas condiciones sociales, económicas, políticas y religiosas, de cierto Rayo cíclico de actividad y a un público determinado: forzosamente minoritario dadas las altas trascendencias del propio Mensaje. Krishnamurti habla de una Realidad para cuya comprensión la mente, tal como la conocemos, es decir, meramente intelectual, concreta y condicionada por el ambiente debe desaparecer por completo, absorbida por así decirlo, por ja fuerza de gra­vedad divina, por el potente magnetismo de un propósito superior cuyo valor cualitativo se expresa como «nada», como vacío, como la negación absoluta de todas las artificiosas estructuras de la mente. Y ante este tremendo de­safío, ¿cuántos serán capaces de perder todas sus conquistas mentales que abarcan el extenso campo de la vida organizada individual y social, de su­mergirse en este absoluto vacío de la mente de donde emerge toda verdadera y positiva creación humana y en el que el pensamiento, que hasta aquí ha sido el eje vital de la búsqueda interna, ha dejado de tener una razón de ser y ha dejado prácticamente de exigir? En fin, amiga mía, dejo a su criterio la formulación de las respuestas más convenientes. Pero, recuerde antes lo que dice el propio Krishnamurti; «El pensamiento negativo es la más alta forma de pensar». Y hay que suponer que Krishnamurti es absolutamente sincero cuando emite este pensamiento, tan descorazonador al juicio de los aspiran­tes espirituales que intentan hollar el camino que conduce a las altas cimas de la liberación. Yo le aseguro a usted, que el Mensaje de Krishnamurti es demasiado pesado para la fragilidad evidente de la mayoría de estos aspi­rantes, demasiado sutil y profundo, pese a su aparente sencillez, para la tosca expresión mental de la mayor parte de los llamados «buscadores de la Verdad». Dado que a las profundas implicaciones del Mensaje de Krishnamurti no se puede llegar por la percepción mental, simple y corriente, habrá que abrirle nuevos caminos de acceso para su correcta interpretación.

(3) Se refiere usted también a la Nueva Era. Me habla usted del Men­saje de Krishnamurti como algo consubstancial de esta época. ¿Qué debo decirle al respecto? Dado que todo Mensaje espiritual de un Instructor no de­pende únicamente de la Era en que ha surgido, sino también de las nece­sidades prácticas e inmediatas de las gentes que en esta Era viven, creo sim­plemente que el Mensaje de Krishnamurti, es sólo de «apertura a un cielo mayor de vida», un ciclo que no todos serán capaces de vivir ni de experi­mentar en esta presente fase de su existencia planetaria. Falta mucha prepa­ración mental-espiritual todavía para poder interpretarle correcta y adecua­damente. Desde el punto de vista de mí propia experiencia y de mis relaciones espirituales con el Ashrama, el Mensaje de Krishnamurti es quizás prematuro para una infinita vastedad de seres humanos que buscan la verdad, y me pregunto qué será de este Mensaje cuando Krishnamurti no esté ya físicamente con nosotros.

Durante mi estancia de tres años en Suiza por motivos de trabajo, tuve oportunidad de asistir a casi todas las conferencias del señor Krishnamurti, en Saanen; durante el periodo de las mismas, en los años 1961-1964, puedo asegurarle que lo más impresionante de estas reuniones fue siempre aquel profundo silencio con que las iniciaba, Aquellos momentos de «dinámica expectación» contienen a mi entender la clave de todo cuanto Krishnamurti vive y trata de expresar. Pero, ¿cuántos de los asiduos asistentes, aquellos que año tras año van a oírle, son capares de penetrar el Misterio Universal de Verdad contenido en aquel silencio?


El “Proceso” de Krishnamurti

A principios de 1922 […] Krishnamurti empezado a meditar con regularidad todas las mañanas, y se sorprendió de la facilidad con que le respondía la mente. Encontró que podía sostener la imagen del Señor Maitreya en la conciencia durante todo el día. Como él decía, estaba “cada vez más calmado y más sereno”. […]

En agosto de 1922, Krishnamurti iba a sumergirse en el intenso despertar espiritual que cambió el curso de su vida. En la tradición hindú, el yogui que ahonda en los laberintos de la conciencia, despierta las energías explosivas del kundalini. Y campos enteramente nuevos de fenómenos físicos, al penetrar en su viaje dentro de áreas desconocidas de la mente. A un yogui que alcanza estas energías primordiales y pasa por la iniciación mística, se le reconoce como un ser vulnerable a peligros inmensos; el cuerpo y la mente afrontan peligros que podrían llevar a la locura o a la muerte.

El yogui aprende las doctrinas secretas, y bajo la dirección de un gurú experimenta el despertar de la energía dormida. Una vez que el yogui llega a ser un adepto, estas transformaciones de la conciencia se manifiestan en el campo de la misma en la forma de un drama místico. El cuerpo y la mente deben ser sometidos a un viaje sumamente peligroso. El adepto está rodeado y protegido por sus discípulos; una gran reserva y un silencio protector impregnan la atmósfera.

En Ojai […] Krishnamurti experimentó la mayor parte del fenómeno. […] Krishnamurti escribió un relato de los acontecimientos a la Sra. Annie Besant:

El 17 de agosto sentí un dolor agudo en la base de la nuca y tuve que reducir mi meditación a quince minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado, empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. Yo no podía pensar, no era capaz de hacer nada, y mis amigos de aquí me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunque me daba cuenta muy bien de lo que sucedía a mí alrededor. Volvía en mí diariamente cerca del mediodía. […]

En la mañana del día siguiente [el 20] ocurrió casi lo mismo que el día anterior. No comí nada y no podía tolerar a demasiadas personas en la habitación. Podía sentirlas de una manera más bien curiosa, y sus vibraciones irritaban mis nervios. Esa tarde casi a la misma hora, las seis, me sentí peor que nunca. No quería a nadie cerca de mí, ni que nadie me tocara. Me sentía extremadamente cansado y débil. Creo que sollozaba de puro agotamiento y falta de control físico. Mi cabeza estaba bastante mal y en la coronilla era como si me clavaran innumerables agujas. […] Continué así por algún tiempo hasta que, finalmente, salí a la galería y me senté por unos momentos exhausto y algo calmado. Empecé a volver en mí y, al cabo de un tiempo se me pidió que fuera bajo el pimentero que está cerca de la casa. Allí me senté con las piernas cruzadas en la postura de meditación. Cuando había estado así por un rato, me percibí a mí mismo saliendo del cuerpo, y me vi sentado abajo con las tiernas y delicadas hojas del árbol encima de mí. Me encontraba de cara al oriente.

Frente a mí estaba mi cuerpo y sobre mi cabeza vi la Estrella brillante y clara. Pude entonces sentir las vibraciones del Señor Buda; contemplé al Señor Maitreya y al Maestro K.H. Era muy dichoso, estaba en calma y en paz. Aún podía ver mi cuerpo, y yo flotaba suspendido cerca de él. Había una calma muy profunda tanto en el aire como en mi mismo, la calma que existe en el lecho de un lago profundo e insondable. Como el lago, yo sentía que mi cuerpo físico con su mente y sus emociones, podía ser agitado en la superficie, pero que nada, absolutamente nada, podría ya turbar la quietud de mi alma. La presencia de los poderosos Seres permaneció conmigo por algún tiempo y después Ellos desaparecieron. Yo era supremamente bienaventurado por haberlos visto. Nada podría ya jamás ser igual. He bebido en las puras y transparentes aguas que manan de la fuente de la vida y mi sed fue aplacada. Nunca más podría estar sediento, nunca más podría hallarme en la total oscuridad. He visto la Luz. He tocado la compasión que cura todo dolor y sufrimiento; ello no es para mí mismo sino para el mundo. He estado en la cumbre de la montaña y he contemplado fijamente a los poderosos Seres. Nunca puedo ya estar en completa oscuridad, he visto la gloriosa Luz que cura. Me ha sido revelada la fuente de la Verdad y las tinieblas se han disipado. El amor en toda su gloria ha embriagado mi corazón; mi corazón jamás podrá cerrarse. He bebido en la fuente de la Felicidad y de la eterna Belleza. ¡Estoy embriagado de Dios!.

Por los siguientes diez días el cuerpo de Krishna permaneció quieto, recuperándose. Sin embargo, el 3 de septiembre hubo signos de que se despertaban las sensaciones en la espina dorsal y de que su conciencia abandonaba el cuerpo. Pronto comenzaron períodos de dolor agudo. […] Nitya tomó notas detalladas, pero ninguno de ellos pudo comprender lo que significaban los sucesos. Las notas con la firma de Nitya [LAHR: hermano de K.] y con fecha 11 de febrero de 1923, fueron enviadas a la Sra. Besant. Sólo recientemente redescubiertas, permanecieron por años dentro de una heterogénea carpeta en los archivos de Adyar Nitya escribió:

“Es difícil para mí decidir si escribir sobre ello como si fuera un proceso científico, o como si se tratara de una ceremonia sagrada en un templo. Los sucesos se concentraban y comenzaban todas las tardes alrededor de las 6. Continuaban por un período regular y terminaban al mismo tiempo tarde en la noche a las 8 -unos pocos días duraron hasta las nueve de la noche.”

La secuencia de los sucesos parece haber sido la siguiente: Todas las tardes Krishna meditaba bajo el pimentero. El 3 de septiembre, después de que hubo finalizado sus meditaciones, entró en la casa en un estado semiconsciente y se acostó. Empezó a gemir y a quejarse de un gran calor; tuvo unos cuantos estremecimientos y se derrumbó sobre el lecho. Cuando recuperó su plena conciencia, no recordaba lo que había ocurrido, aunque sentía una incomodidad general. En la tarde siguiente hubo una recurrencia de los síntomas. El 5 de septiembre bajó a Hollywood para ver una dramatización de la vida de Cristo. Había dispuesto hacerlo mucho tiempo atrás y no quería romper el compromiso. Más tarde, Krishna le contó a Nitya que mientras veía la función en la tarde, sintió que gradualmente perdía conciencia de sí mismo, y que fue con un gran esfuerzo que logró despertarse. Regresó a Ojai en la tarde del día 6. […]

…Pronto se dieron cuenta de que Krishna estaba experimentando muy peligrosas transferencias de conciencia o el despertar del kundalini, y percibían que la atmósfera estaba “cargada con” electricidad; sentían como si ellos fueran los guardianes de un templo donde se practicaban ceremonias sagradas. A veces, los que se encontraban con Krishna sentían la presencia de un Ser que estaba dirigiendo las operaciones, aunque no podían verlo ni identificarlo. Pero el cuerpo de Krishna, entre espasmos de dolor, solía conversar con la presencia invisible, que parecía ser un amigo y un Maestro. Krishna no podía soportar ni la luz ni el sonido; a veces gritaba ante el menor contacto; no podía tolerar demasiadas personas alrededor de él; el cuerpo y la mente parecían estar afinados para un alto nivel de sensibilidad. Un sordo dolor solía concentrarse súbitamente en un lugar del cuerpo para luego volverse agudo, y entonces él apartaba a todos y se quejaba del calor.

El 18 de septiembre comenzó una nueva fase. El dolor era más intenso. Krishna formulaba preguntas a la presencia invisible. Su inquietud había aumentado; sus ojos estaban abiertos pero nada veían; tiritaba y gemía: a veces gritaba en medio del dolor “¡Por favor, oh, por favor, concédanme un minuto!” […]

Cada noche, por las siguientes quince noches, él preguntaría en medio de su sufrimiento qué hora era. Invariablemente, al minuto, eran siempre las 7,30 p.m. Cuando recuperaba la conciencia normal, el dolor había desaparecido totalmente. […]

El 19 de septiembre el dolor pareció empeorar más que nunca. Comenzó sin ninguna clase de preliminares inmediatamente después de que Krishna quedó inconsciente, y fue aumentando y aumentando hasta que súbitamente él se puso de pie y echó a correr a toda velocidad. […] Se quejaba de que un fuego ardía en su interior, y sus sollozos se volvieron tan terribles que comenzó a ahogarse y a gorjear; pero esto terminó pronto. “Y nuevamente, cuando ya no pudo soportar más, súbitamente se puso de pie y echó a correr y nosotros tuvimos que rodearlo. Tres veces trató de zafarse, y cuando veía que estábamos alrededor de él se calmaba un poco. A intervalos, cuando el dolor era intenso, solía implorar por unos minutos de reposo, y entonces empezaba a hablarle a su ‘Madre’, o si no, escuchábamos que les hablaba a ‘Ellos’. A veces decía, con una gran certidumbre: ‘Si, puedo soportar muchísimo más; no se preocupen por el cuerpo, no puedo impedir que llore’”.

En la noche del 20 de septiembre el dolor fue aún más agudo, y Krishna trató de escapar cinco o seis veces. Su cuerpo se contorsionaba en posiciones inconvenientes y peligrosas a causa del espantoso dolor. […]

El 21 de septiembre Rosalind tuyo que irse por unos días. Durante su ausencia el proceso disminuyó en intensidad, pero él continuó quejándose de un extraño dolor abajo, en el lado izquierdo de la espina dorsal. […] Una tarde, hacia las 5 p.m., la atmósfera de la casa cambió; él se había quedado más quieto, más sereno. Y pronto pudieron percibir que una gran Presencia se había hecho cargo de todo. Nitya dijo que era como si “Grandes máquinas estuvieran funcionando, y por unas cuantas horas vibró toda la casa”.

[Jayakar, Pupul. J. Krishnamurti: Biografía. Bs. As.: Kier, 1989, 60-69]

La ayuda prestada por Djwhal Khul a Krishnamurti durante su “Proceso”

4 de Octubre de 1922

Esa noche fue una espantosa noche de sufrimiento, y cuando pienso en ella me parece que fue la noche más angustiosa por la que Krishna haya pasado jamás. Sufrió terriblemente en las noches que siguieron y que parecieron mucho peores, pero pienso que esto se debió a la lastimosamente debilitada condición causada por esta noche. Antes de que el sufrimiento comenzara realmente, oímos que le hablaba al Maestro que estaba a cargo. Se le dijo a Krishna que no revelara nada de lo que se estaba haciendo con él, y él lo prometió, después se le dijo que el visitante regresaría más tarde, a las 8,15 Krishna dijo: “Él vendrá a las 8,15, comencemos, pues, rápidamente”. Antes de que ello comenzara, él había estado poniéndose de pie, y le oímos caer con un estrépito espantoso, y entonces escuchamos a Krishna que se disculpaba: “Lo siento, me caí, se que no debo caerme”. […] Tres veces se desmayó esa noche, y la primera vez que lo hizo no sabíamos qué había ocurrido […] Cada vez que volvía en sí se disculpaba ante ‘Ellos’ por la pérdida de tiempo y Les decía que había tratado de hacer lo mejor que podía para controlarse, pero que había estado fuera de todo control. A veces Ellos le daban una ligera tregua y el dolor cesaba, y en los espacios que dejaban las agonías del sufrimiento, solía bromear con Quien estaba a cargo, y a veces reía como si toda la cosa fuera un chiste. Y eso continuó así por una hora y cuarto. Hacia las 7,45 Krishna […] pidió que saliera de la habitación porque “Él iba a venir”. […] Entonces, al anochecer, percibimos como anteriormente la habíamos percibido, la Gran Presencia.

Después […] Krishna comenzó a hablar con personas que nosotros no podíamos ver. El éxito del trabajo a realizarse estaba asegurado, y aparentemente Ellos lo estaban felicitando […]. Le escuchamos decir: “No hay nada de qué felicitarme, ustedes hubieran hecho lo mismo”.

Luego Ellos deben haberse ido, porque él lanzó un profundo suspiro y permaneció quieto por largo tiempo, demasiado cansado para moverse. Después empezó a hablar. “Madre”, dijo, “ahora todo será diferente, después de esto la vida ya nunca será la misma para ninguno de nosotros”. Y agregó “Le he visto, Madre, y nada importa ahora” […]

Esa noche, cuando nos fuimos a la cama justo antes de que nos durmiéramos, Krishna comenzó a hablarle a alguien que yo no podía ver. Escuché el final de la conversación. Al parecer, el Maestro D. K. [LAHR: El Maestro Djwhal Khul] había enviado a un hombre para que vigilara el cuerpo durante la noche; Krishna comenzó diciéndole lo mucho que lamentaba haberle causado toda esa molestia. […] Después de esto, el hombre vino a vigilarlo cada noche por cinco o seis noches. Krishna habría de decir. “Ahora Le he visto. Nada importa”.

[Jayakar, Pupul. J. Krishnamurti: Biografía. Bs. As.: Kier, 1989, 69]

El “Proceso” continúa

Por esta época, el cuerpo se había debilitado mucho y caía constantemente en la inconsciencia.

El sitio donde el dolor se localizaba iba cambiando constantemente. Pocos días después, el 6 de octubre, la agonía se había trasladado al cuero cabelludo. Algo que parecía haberse abierto en su cabeza, le causaba una tortura indescriptible. En un momento gritó: “Por favor, ciérrenlo, por favor ciérrenlo”. Chillaba con el dolor, pero Ellos siguieron abriéndolo gradualmente. Cuando ya no podía tolerar más el dolor, Krishna profería unos gritos y después se desmayaba. Al cabo de cuarenta y cinco minutos, se quedaba tendido sin el más leve aleteo de movimiento. Lentamente, retornaba la conciencia. […]

Pronto se hizo patente un cambio. Para entonces él podía dejar su cuerpo con extraordinaria facilidad y rapidez, y el regreso ya no ocasionaba más estremecimientos. Más tarde, esa misma noche, dijo que ‘Ellos’ habían dejado abierto el centro de su cabeza. El hombre que ellos no podían ver, vino nuevamente para estar de guardia. […]

El 18 de octubre, el dolor se derivó en frecuentes espasmos cuyas ondas habrían de dejarlo exhausto. “Fuimos bendecidos nuevamente con la visita del Gran Ser. […]

Los episodios disminuyeron su frecuencia, y en noviembre de 1923, habían terminado.

El proceso, que no podían explicarse ni Leadbeater ni Mrs. Besant, habría de continuar intermitentemente en los meses que siguieron. […]

En 1924, Krishna y algunos acompañantes viajaron al extranjero, donde las experiencias prosiguieron. Hacia el fin de sus terribles dolores, el tuyo visiones del Buda, de Maitreya y de otros Maestros de la Jerarquía oculta.

El 24 de marzo, Nitya, profundamente perplejo, escribió a Annie Besant desde Ojai:

El proceso de Krishna ha dado ahora un definitivo paso adelante. La otra noche empezó como es habitual, y ninguno de nosotros esperaba nada fresco o nuevo. De repente, todos sentimos un inmenso embate de poder en la casa, mayor que el que yo haya sentido jamás desde que hemos estado aquí; Krishna vio al Señor y al Maestro; pienso que también vio la Estrella brillando afuera esa noche, porque todos nosotros experimentamos una intensa sensación de reverente temor, y era casi como el temor que yo había sentido cuando la Estrella se reveló anteriormente. Después Krishna me dijo que la corriente comenzó como de costumbre en la base de su espina dorsal y alcanzó la base posterior de su cuello, luego una parte pasó al lado izquierdo y la otra al lado derecho de la cabeza, y por fin se encontraron ambas en la frente; cuando se encontraron, desde su frente surgió una llama. Ese es el desnudo resumen de lo que ocurrió; ninguno de nosotros sabe lo que ello significa, pero el poder era tan inmenso esa noche, que parece señalar una etapa definitiva. Presumo que debe significar la apertura del tercer ojo.

[Jayakar, Pupul. J. Krishnamurti: Biografía. Bs. As.: Kier, 1989, 69-72]


La Tercera Iniciación

Pareciera ser que este relato de Krishnamurti sobre su “Proceso” se corresponde con el recibimiento de su Tercera Iniciación, contado mayormente por observadores externos, el elemental físico de K. o él mismo, pero sin la conciencia ashrámica de lo ocurrido, o simplemente velando aquello que no podía comunicar:

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Este propósito es la transfiguración. Ésta es la meta esotérica para la humanidad. Éste fue el trascendental acontecimiento representado ante la humanidad por el más grande de los hijos de Dios en Su Propio Cuerpo, a quien yo y todos los verdaderos discípulos consideramos el Maestro de Maestros, el Cristo. ¿Qué podré decir acerca de este acontecimiento culminante que espera realizar la personalidad del hombre? Esta tercera gran iniciación marca una crisis en el trabajo iniciático y produce otra síntesis que lo experimenta en la vida del hombre espiritual. Hasta la tercera iniciación el hombre se ha ocupado del proceso de fusionar el alma [e260] y el cuerpo en una sola unidad. Después de esta iniciación (y debido a que tiene lugar cierto acontecimiento) el hombre  trata y se ocupa de alcanzar otra fusión en la conciencia, la del espíritu-alma-cuerpo. Me refiero a la fusión dentro de la conciencia. La unidad siempre existe allí, y el hombre en evolución está verdaderamente llegando a percibir lo que ya existe. [AAB: TS7R I, 260]


Referencias sobre la Iniciación

Sobre el análisis astrológico de las Iniciaciones de Krishnamurti, debe consultarse:

Lindsay, Philip. The Initiations of Krishnamurti An Astrological Biography. Gardners Books, 2002.

Hay cinco Iniciaciones mayores que conciernen a la humanidad, donde cada Iniciación se relaciona con la demostración del control de algún “vehículo”, como el físico, el emocional, o el mental. La humanidad como un todo está lista para tomar la Primera Iniciación (el “Nacimiento”), un momento trascendental en la historia del mundo, donde el toque del Yo Superior, Alma o Conciencia Crística culmina y se ancla dentro de la caverna del Corazón. Muchos sobre el Sendero espiritual están trabajando hoy en día para lograr la Segunda Iniciación (“Bautismo”), donde el deseo del cuerpo emocional (astral) se demuestra tener bajo control (a través de pruebas rigurosas).

Sin embargo, Krishnamurti era Iniciado avanzado que tomó la Cuarta Iniciación (“Crucifixión” o “Renunciación”) durante su vida:

En el Iniciado, el Maestro J.M.H. [LAHR: Justin Moreward Haig] menciona que K. “… tomó la Iniciación del Arhat.” [The Initiate in the Dark Cycle, 135.]

Si K. tuvo éxito en el trabajo que vino a hacer aún está abierto al debate, pero su Cuarta Iniciación está libre de discusión, como algunas experiencias dolorosas en su vida atestiguan:

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“El hombre que recibe la cuarta iniciación, la Crucifixión, suele tener una vida de gran sacrificio y sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación, y que aún exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio, y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter, posición, familia y hasta a la vida misma.” [AAB: IHS, 81]

Mientras que para conocer el ángulo de un discípulo consciente sobre la ceremonia de una Tercera Iniciación, deberá verse:

V. Relato de una Tercera Iniciación

Una Iniciación


El linaje de la Compasión

En abril de 1984 me encontraba en Arya Vihara, Ojai. El libro de memorias estaba a punto de completarse, ¿pero cómo sería el final? El río estaba en plena creciente. ¿Era posible destilar la esencia de la enseñanza? A veces parecía tan lúcida, clara, sencilla, y después tan distante, inmensa, universal, que desafiaba una percepción unificada de la misma. Me encontré con Krishnaji en la Cabaña de los Pinos el 28 de abril. Su cabello estaba blanco, el tiempo había dejado su huella en el rostro, pero sus ojos que reflejaban los míos eran los del muchacho Krishnamurti en la fotografía tomada después de su Primera Iniciación –ojos límpidos, incontaminados, ojos que nunca habían mirado hacia atrás en el tiempo–.

Le pregunté cuál era la suma de su enseñanza. Para mí era inmensa. Integraba e incluía las enseñanzas de Buda y del Vedanta. Él podía negar el super-Atman, el Brahman, pero en la negación misma emanaba de él la energía que esas palabras comunicaban. Eso me condujo a la tan frecuentemente formulada pregunta: “¿Quién es Krishnamurti? ¿Cuál es su linaje?” ¿Era un punto de ruptura en la evolución? Tomaría siglos abarcar totalmente el reto que Krishnamurti le había planteado al cerebro humano -a la raíz de la mente humana.

De pronto Krishnaji tomó mi mano: “Quédese con eso -quédese con el reto- trabaje con eso -olvídese de la persona”. […] “La manifestación tiene que ocurrir a través de un cuerpo humano, naturalmente -la manifestación no es la enseñanza. Tenemos que ser extraordinariamente impersonales en esto. Ver de no proyectar al instructor a causa de nuestro amor y afecto por la persona, olvidando así la enseñanza. Ver la verdad en la enseñanza, ver su profundidad, penetrar en ella, vivir con ella -eso es lo importante. ¿Qué valor tiene si el mundo dice que K es una persona maravillosa? ¿A quién le importa? Pero si K es un punto de ruptura, la palabra no es su medida, La palabra no es importante. Si estuviéramos viviendo en los tiempos de Buda, yo podría sentirme atraído hacia él como ser humano, podría sentir un gran afecto por él, pero estaría más interesado en lo que él dice. Mire, Pupulji, nuestros cerebros se han empequeñecido tanto por las palabras que hemos utilizado. Cuando uno habla a un grupo de científicos, a especialistas en diversas disciplinas, ve que sus vidas se han vuelto muy triviales. Lo miden todo en términos de palabras, de experiencias. Las palabras son limitadas, todas las experiencias son limitadas. Cubren un área muy pequeña”. […]

“Sí, sí”. La voz de Krishnaji fluía, profunda y compasiva. Entonces, súbitamente me preguntó. “Pupulji, usted ha leído los textos antiguos, ha discutido con pandits; ¿con qué hace contacto?”

Dejé que la pregunta flotara; luego, vacilando, hablé: “Vea, Krishnaji, he leído los textos antiguos, pero introduzco en los textos el escuchar que ha surgido de escucharle a usted. De ese modo escucho los textos y, a causa de que existe ese estado, puedo entrar en contacto con algo, aproximarme a ello”.

“Por qué”. Habló K –no era una pregunta, sino un modo de incorporarme al viaje. “Porque el contacto con ‘aquello’ no reside en las palabras. Usted habla y la mente, debido a que está quieta, se siente próxima a ‘aquello’. Entonces, cuando leo los textos antiguos y la mente está quieta, o cuando me siento a solas en el jardín y escucho el canto de los pájaros, o el viento entre las hojas, puedo percibir cierta proximidad a ‘aquello’”.

“La persona de K, ¿se vuelve importante?”

“No. La energía que emana es, ciertamente, importante. Usted nos introduce dentro de ella en el momento que la mente está quieta. Comienzo a ver algo: la energía en esta mente, tal como es, no puede alcanzar ‘aquello’. Puede llegar hasta cierto punto y no más allá. También comprendo esto: al yo hay que dejarle el menor espacio posible”.

“Sí”. Krishnaji rió. “Dejarle representar su papel lo menos que se pueda”.

“Veo que ha quedado muy poco del Krishnamurti personal”. “Sí”. “Uno puede sentirlo en el instante que toca las puertas de acceso a su mente; la base de esa mente está saturada con ‘aquello’”.

“Sí”.

“En el último año usted ha tratado –no, ‘tratado’ no es la palabra correcta– de traer a la gente más y más cerca de ‘aquello’”. Hice una pausa. “Pero entonces aparece el bloqueo de la evolución, que es el karma”. “Como siembras, cosecharás”, Krishnaji volvió a reír.

“El karma, la esencia de: ‘lo que fuiste, eso eres y eso serás’. También veo que uno debe dejar correr el pensamiento, que sea muy fluido, no permitirle que cristalice. Y uno ha de desarraigar el pensamiento, desenterrarlo”.

“Desarraigarlo, eso es correcto”.

“De modo que se pose con levedad en la mente”.

Espere un momento”. K interrumpió mi flujo. “¿Cómo comunicaría usted lo que está diciendo, a cincuenta personas, o a cinco mil?”

“La clave para la comunicación es la observación. No se necesita nada más”. “¿Cómo responde usted, quién es el observador?” “La única respuesta es observar. Estar abierto, descubrir, ¡Qué extraordinario es este viaje de descubrimiento, las percepciones en lo infinito!”

Cuando dejé la habitación, la pregunta volvió a surgir en mi mente. ¿Quién es Krishnamurti? ¿Cuál es su gotra, su linaje? De la pregunta emergió la respuesta: Toda la humanidad. Porque en todos los seres humanos está la capacidad de abrirse paso a través del cautiverio; de pertenecer al linaje de la compasión impersonal.

[Jayakar, Pupul. J. Krishnamurti: Biografía. Bs. As.: Kier, 1989, 545-549]

Krishnaji me contó que lo habían puesto en un aprieto, interrogándolo implacablemente y pidiéndole que afirmara o negara la existencia de los Maestros. Él había rehusado responder.

– Pupul Jayakar

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