Beethoven el Gran Músico
Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue un gran músico que ha inspirado a muchos, entre ellos a Ramón Gener, presentador de This Is Opera quien resalta su papel como el gran músico que poniéndose al centro de su obra, pudo olvidarse de sí mismo para donarse al mundo, de ahí su grandeza como creador:
Roso de Luna, M. (1917). Beethoven. Cap. 5. de Wagner, mitólogo y ocultista.
Beethoven el Discípulo
Mario Roso de Luna, discípulo acérrimo de HPB, lo considera un Teósofo según nos explica:
Roso de Luna, M. (Ene-Feb 1913). Beethoven, teósofo. Faro de Oriente. 2(13-14), 9-19.
Uno de sus rasgos más conocidos es el de su sordera progresiva y la genialidad creativa que a pesar de ella demostró. En La Voz del Silencio se explica que todo Discípulo es un “Oyente”:
197. Esta bien, Śrāvaka (3). Prepárate, por que tendrás que viajar solo. El Instructor sólo puede señalarte el camino. El Sendero es uno para todos, los medios para alcanzar la meta deben variar de acuerdo a los Peregrinos.
(3). Śrāvaka: un oyente o estudiante que asiste a las instrucciones religiosas. De la raíz «śru». Cuando de la teoría pasan a la práctica o a la realización de ascetismo, se convierten en Śrāmaṇas, «ejercitadores», de Śram, labor. Como Hardy lo muestra (Eastern Monachism, p. 11), las dos apelaciones corresponden a los vocablos griegos άκουστικοί (akoustikoí) y άσκηταί (askètaí).
Un Śrāvaka atraviesa el Pórtico (Puerta del Dharma) de la Impermanencia y el Sufrimiento; manteniendo una aversión al samsara, la realidad aparente, a través de la meditación y la observación, un Śrāvaka realiza un gran avance cuando deja atrás la ilusión de la propia identidad; puesto que haciéndose sordo a los sonidos terrenales es como aprende a escuchar La Voz del Silencio:
10. Antes de que el Alma pueda oír, la imagen (el hombre) tiene que hacerse tan sorda a los rugidos como a los susurros, a los baladros de bramantes elefantes como al zumbido argénteo de la luciérnaga áurea.
11. Antes de que el alma pueda comprender y pueda recordar, ella debe estar unida al Orador Silencioso, tal como la forma en la que la arcilla es moldeada, primero se une con la mente del alfarero.
12. Porque entonces el alma escuchará, y recordará.
13. Y entonces al oído interior hablará: LA VOZ DEL SILENCIO
Este progresivo olvido de uno mismo es bellamente descrito por HBP en las siguientes líneas:
41. Antes de que pongas tu pie sobre el peldaño superior de la escala, la escala de los sonidos místicos, tienes que oír la voz de tu DIOS interior (B) de siete maneras.
(B) El SÍ Superior.
42. La primera es como la dulce voz del ruiseñor cantando una canción de despedida a su pareja.
43. La segunda viene como el sonido de un címbalo de plata de los Dhyānis, despertando a las estrellas titilantes.
44. La siguiente es como el melodioso quejido del duende de mar aprisionado en su concha.
45. Y esta es seguida por el canto de la Vīṇā (26).
(26). La Vīṇā es un instrumento de cuerdas semejante a un laúd.
46. La quinta semejante al sonido de la flauta de bambú vibrando agudo en tus oídos.
47. Que después cambia a un estruendo de trompeta.
48. La última vibra como el sordo retumbar del estruendo de una nube tempestuosa.
49. La séptima traga a todos los otros sonidos. Ellos mueren, y luego ya no se escuchan más.
Al final de su vida, en efecto, Beethoven no escuchaba más los sonidos del mundo físico, pero era capaz de escuchar el Gran Silencio.
3ª Sinfonía: Beethoven y el autoritarismo
«No es más que un hombre como los demás. Ahora pisará todos los derechos humanos con su ambición y solo pensará en elevarse por encima de los demás hasta convertirse en un tirano.» Eso es lo que le dijo Beethoven a su alumno Ferdinand Ries cuando se enteró de que Napoleón se había autocoronado emperador. La desilusión de Beethoven fue inmensa. Había dedicado su tercera sinfonía, su obra más innovadora, a aquel hombre que había encarnado los ideales de la Revolución francesa que él tanto admiraba. Libertad, igualdad y fraternidad. Incluso le había dado el título de Buonaparte a su sinfonía, pero ahora todo se había desvanecido. Su reacción, como siempre en Beethoven, fue visceral. Algunas versiones aseguran que cogió la primera página del manuscrito de la sinfonía y tachó el título con tanta fuerza que agujereó el papel. Cuando la obra se publicó por primera vez en 1806, el compositor tuvo que buscar otro título: Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire di un grand’uomo («Sinfonía heroica, compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre»). El título de la obra cambió, pero la obra ya estaba escrita. Las notas eran las mismas.»
Ramon Gener
Turner, W. J. (1937). Beethoven and Revolution. The Modern Mystic. (1)3, 18-19.
La progresión de Beethoven: la 5ª, la 7ª y la 9ª
La progresión de Beethoven como ejemplo del Discípulo Mundial que utiliza su campo de influencia para dar un mensaje trascendente, arquetípico, de su inamovible adhesión a las Fuerzas de la Luz está muy bien reflejada en tres de sus más conocidas sinfonías, la 5ª, la 7ª y la 9ª.
Las cuatro notas de la 5ª Sinfonía y su repetición constante sugieren la Labor de los Señores del Karma y la necesidad de hacerle frente a las Fuerzas de la Oscuridad en todo momento.
La 7ª Sinfonía nos permite establecer un Círculo-No-Se-Pasa de Voluntad-al-Bien para detener el Reinado del Mal.
Mientras que la 9ª nos describe la Hora Final del Triunfo de las Fuerzas de la Luz.
5ª Sinfonía: Los Señores del Karma
Peyrallo, F. (Agosto 1933). El esoterismo de la “Quinta Sinfonía” de Beethoven. Teosofía, 2(8), 295-303.
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