[e156]
[i192] Existen
ciertos aforismos y mandatos que el solicitante a la iniciación
debe estudiar y obedecer. Hay una gran diferencia entre los términos
"aspirante al sendero" y "solicitante de la iniciación".
El que aspira al discipulado y se esfuerza por llegar a él
no está comprometido, de ninguna manera, a adoptar la misma
actitud y disciplina específica que el solicitante de la iniciación
y puede emplear el tiempo que quiera en hollar el sendero de probación.
Quien busca la iniciación está en distinta posición,
y, presentada la solicitud, debe disciplinar su vida bajo normas definidas
y seguir un régimen estricto, optativo para el discípulo..
A continuación se dan catorce
reglas extraídas de una serie de instrucciones recopiladas
para quienes ansían recibir la primera iniciación.
REGLAS PARA ASPIRANTES
Regla Uno.
Que el discípulo investigue dentro de la profunda caverna del
corazón. Si allí arde intensamente el fuego, dando calor
a su hermano, pero no a sí mismo, ha llegado el momento de
solicitar autorización para presentarse ante el portal.
Cuando el amor a todos los seres, sin
tener en cuenta quienes son, comienza a ser una realidad en el corazón
del discípulo y, al mismo tiempo, el amor a sí mismo
no existe, [i193] indica
que se está acercando al Portal de la Iniciación y puede
prestar los juramentos preliminares necesarios, antes de que su Maestro
entregue su nombre como solicitante de la iniciación. Si no
le importa el sufrimiento y el dolor del yo inferior, si le resulta
indiferente ser feliz o no, si el único propósito de
su vida es servir y salvar al mundo y si las necesidades del prójimo
son para él de mayor importancia que las propias, recién
entonces el fuego del amor irradia de su ser y el mundo podrá
sentirse confortado ante sus pies. Este amor debe ser una manifestación
probada y práctica y no sólo una teoría ni simplemente
un ideal impracticable y un [e157]
sentimiento grato, sino algo surgido
de las experiencias y pruebas de la vida, de tal modo que el primer
impulso de la vida sea el autosacrificio y la inmolación de
la naturaleza inferior.
Regla Dos.
Cuando la solicitud ha sido presentada en triple forma, que el discípulo
la retire y olvide que la ha presentado.
En esto reside una de las pruebas iniciales.
El discípulo debe adoptar la actitud mental de no importarle
recibir o no la iniciación.. No debe tener ningún móvil
egoísta. Sólo las solicitudes que llegan al Maestro
mediante la energía engendrada por móviles puros y altruistas
son trasmitidas por É1 al ángel que lleva los registros
de la Jerarquía; sólo recibirán respuesta a sus
demandas los discípulos que ansían la iniciación
porque confiere un mayor poder para ayudar y bendecir. Quienes carecen
de interés por la iniciación no recibirán respaldo
esotérico, y los que por egoísmo o curiosidad ansían
participar en los misterios, no atravesarán el portal y permanecerán
afuera llamando. Quienes están dispuestos a servir y se sienten
abrumados por las necesidades del mundo y se les ha despertado [i194]
el sentido de la responsabilidad
personal, han cumplido con la ley, llaman y reciben respuesta, solicitan
y son reconocidos; ellos demandan mayor poder para ayudar, y esta
demanda es oída por Aquellos que silenciosamente esperan.
Regla Tres.
Triple debe ser el llamado, tomando mucho tiempo su enunciación.
Que el discípulo emita su llamado a través del desierto,
sobre los mares y a través de los fuegos que lo separan del
Portal oculto y velado.
Bajo esta simbología el discípulo
recibe el siguiente mandato: que el desierto de la vida del plano
físico florezca como la rosa, para que puedan surgir sonidos
y perfumes del jardín de la vida inferior y una vibración
muy intensa cruce el espacio intermedio entre el jardín y el
portal; que aquiete las turbulentas aguas de la vida emocional, para
que en su límpida y tranquila superficie se refleje ese portal
y la vida inferior refleje la vida espiritual de la divinidad interna;
que a través de la ígnea hoguera purifique móviles,
palabras y pensamientos, resortes principales de la actividad originada
en el plano mental. Cuando sean controlados, coordinados y utilizados,
aunque a veces inconscientemente, estos tres aspectos del ego en manifestación,
el Dios interno, entonces se oirá la voz del discípulo
demandando la apertura del portal. [e158]
Cuando la vida inferior del plano
físico se ha fertilizado, lo emocional estabilizado y lo mental
trasmutado, nada impedirá que se abra el portal para que entre
el discípulo. Sólo la vibración sincronizada
con lo que está del otro lado de la puerta, determina su apertura,
y cuando la clave de la vida del discípulo se sintoniza con
[i195] la
de la Jerarquía, se abrirán las puertas una tras otra
y nada podrá impedirlo.
Regla Cuatro.
Que el discípulo se ocupe de cuidar el fuego, nutrir las vidas
menores y mantener así girando la rueda.
Éste es un mandato para recordar
al discípulo su responsabilidad hacia sus numerosas vidas inferiores,
que en su totalidad constituyen su triple cuerpo de manifestación.
Así es posible la evolución, y cada vida en los diferentes
reinos de la naturaleza, cumplirá consciente o inconscientemente
su función de energetizar correctamente aquello que es para
ella lo que el Sol para el planeta. Así el desenvolvimiento
del plan logoico proseguirá con mayor precisión. El
reino de Dios es interno y el deber de ese oculto Regidor interno
es dual; primero hacia esas vidas que forman los cuerpos físico,
astral y mental y, segundo, hacia el macrocosmos del cual el microcosmos
es sólo una parte infinitesimal.
Regla Cinco.
Que el aspirante procure que el Ángel solar atenúe la
luz de los ángeles lunares, permaneciendo como única
luminaria en el cielo microcósmico.
Para cumplir este mandato, todo aspirante
debe hacer dos cosas: primero, estudiar su origen, comprender su propia
psicología, esotéricamente entendidos, y llegar a ser
científicamente consciente de la naturaleza real del ego o
yo superior, actuando en el cuerpo causal. Después debe cerciorarse
en el plano físico, de su innata divinidad por medio de los
tres cuerpos inferiores, demostrando progresivamente su valor esencial.
Segundo, estudiar la constitución del hombre, comprender el
método [i196]
de funcionamiento de la naturaleza
inferior, darse cuenta de la interdependencia e interrelación
de todos los seres vivientes y poner bajo control las vidas inferiores
que componen los tres cuerpos de manifestación. Así,
el Señor solar, Realidad interna, Hijo del Padre y Pensador
en su propio plano, se convierte en intermediario de lo que es terrenal
y lo que tiene su hogar dentro del Sol. Dos versículos de la
Biblia cristiana ocultan en su fondo algo de esta idea, y a los estudiantes
occidentales les será útil meditar sobre ellos: [e159]
"Los reinos de este mundo se
han convertido en el reino de nuestro Señor y de Su Cristo",
"¡O Señor, Dios Nuestro, otros señores además
de Ti han tenido dominio sobre nosotros; pero sólo por Ti nosotros
mencionaremos Tu nombre!". El último versículo
es particularmente interesante, porque demuestra la omisión
del sonido inferior y la fuerza creadora de aquello que es de origen
superior.
Regla Seis.
Los fuegos purificadores arden tenuemente cuando el tercero es sacrificado
al cuarto. Por lo tanto, que el discípulo se abstenga de quitar
la vida y que nutra lo más inferior con el producto del segundo.
Esta regla puede aplicarse a la conocida
norma de que el discípulo debe ser estrictamente vegetariano.
La naturaleza inferior se embota y densifica y la llama interna no
puede brillar cuando se incluye la carne en la dieta. Esta regla es
rígida e inviolable para los solicitantes. Los aspirantes pueden
o no consumir carne, según prefieran, pero en cierto etapa
del sendero es esencial la abstención de cualquier tipo de
carne y es necesario vigilar con estricta atención la dieta.
El discípulo debe limitarse a las verduras, cereales, frutas
y legumbres, pues sólo así será capaz de construir
el [i197]
tipo de cuerpo físico que pueda resistir la entrada del hombre
real que ha permanecido ante el Iniciador en sus vehículos
sutiles. Si no hiciera esto y pudiera recibir la Iniciación
sin haberse preparado de este modo, el cuerpo físico sería
destruido por la energía que fluye a través de centros
recientemente estimulados y surgirían graves peligros para
el cerebro, la columna vertebral y el corazón.
No pueden dictarse reglas rígidas
o ascéticas, excepto la regla inicial de prohibición
absoluta -para todos los que solicitan la iniciación- de carnes,
pescados, licores y el uso del tabaco. Para quienes pueden soportarla,
es mejor eliminar de la dieta los huevos y el queso, aunque esto no
es en modo alguno obligatorio; pero para quienes están desarrollando
facultades psíquicas de cualquier tipo, es aconsejable abstenerse
de consumir huevos y moderarse en el queso. La leche y la manteca
entran en diferente categoría, y la mayoría de los Iniciados
y solicitantes consideran necesario incluirlas en la dieta. Pocos
pueden subsistir y retener todas sus energías físicas
con la dieta vegetariana, pero allí está encerrado el
ideal, y como bien se sabe, éste rara vez se logra en el actual
período de transición.
A este respecto conviene recalcar dos
cosas: primero, la necesidad del sentido común en el solicitante,
factor del cual se carece [e160]
frecuentemente, y los estudiantes
deberían recordar que los fanáticos desequilibrados
no son miembros deseables para la Jerarquía. El equilibrio,
el justo sentido de proporción, la debida consideración
de las condiciones del medio ambiente y un sensato sentido común,
es lo que caracteriza al auténtico esoterista. Cuando existe
el verdadero sentido del buen humor, muchos peligros pueden evitarse.
Segundo, el reconocimiento del factor tiempo y la capacidad
de efectuar lentamente los cambios en la dieta y en los hábitos
de toda la vida.
En la naturaleza todo progresa [i198]
lentamente, y los solicitantes deben
aprender la verdad oculta de la frase: "Apresúrate despacio".
El proceso de eliminación gradual es generalmente el sendero
de la sabiduría, y este período eliminatorio -bajo condiciones
ideales, que raras veces existen- debe abarcar la etapa que llamamos
del aspirante, para que cuando el hombre se convierta en un solicitante
de la iniciación, haya realizado la necesaria preparatoria
purificación de la dieta.
Regla Siete.
Que el discípulo dirija su atención a la enunciación
de esos sonidos que repercuten en el aula donde deambula el Maestro.
Que no emita las notas menores que inician la vibración dentro
de las aulas de maya.
El discípulo que desea pasar
los Portales de la Iniciación, no lo conseguirá hasta
conocer el poder del lenguaje y del silencio. Esto tiene una significación
más amplia y profunda de lo que parece, porque cuando se interpreta
correctamente, entraña la clave de la manifestación,
el indicio de los cielos mayores y la revelación del propósito
que subyace en el pralaya. Cuando el hombre comprenda la significación
de la palabra hablada y utilice el silencio de los altos lugares,
para producir determinados efectos en algún plano, podrá
ser admitido en los reinos donde cada sonido y cada palabra pronunciada
generan potentes resultados en algún tipo de materia, siendo
energetizada por dos factores predominantes: a) una voluntad poderosa,
científicamente aplicada, b) un móvil correcto, purificado
en los fuegos.
El adepto es un creador en materia mental,
un promotor de impulsos en el plano mental, produciendo resultados
en la manifestación astral o física. Estos resultados
son poderosos y efectivos, de ahí la necesidad de que su originador
tenga una mentalidad pura, exactitud al hablar y habilidad en [i199]
la acción. Cuando el solicitante
comprenda esto, se operarán inmediatamente importantes cambios
en su vida diaria, los cuales podrían ser enumerados de acuerdo
a su utilidad práctica: [e161]
1. Investigará cuidadosamente los móviles
y vigilará estrictamente los impulsos originantes. De ahí
que durante el primer año, donde el aspirante se dedica a preparase
para la iniciación, deberá anotar, tres veces al día,
las investigaciones que persigue, lo concerniente a sus móviles
y el resorte principal de su acción.
2. Vigilará lo que
dice y se esforzará en eliminar toda palabra hiriente, innecesaria
e inútil. Estudiará los efectos de la palabra hablada
e investigará el impulso que la origina, que en todos los
casos inicia la acción en el plano físico.
3. Cultivará el silencio y lo guardará
estrictamente en lo que a él concierne, a su tarea y a sus
conocimientos ocultos, a los asuntos con quienes está asociado
y al trabajo esotérico en su grupo. Sólo en los círculos
del grupo o en relación con sus superiores, se permitirá
más libertad en el lenguaje. Hay un momento para hablar y
ese momento llega cuando se puede servir al grupo con palabras inteligentes
y una cuidadosa advertencia sobre las condiciones buenas o malas;
cuando es necesario decirle algo a un hermano respecto a la vida
interna, o al dirigente de algún grupo; cuando un miembro
por equívoco obstaculiza al grupo; cuando ese miembro puede
ayudar al grupo si se le asigna un trabajo distinto.
Estudiará
el efecto de la Palabra Sagrada y dispondrá cuidadosamente
las condiciones para su empleo. Emitirá [i200]
la Palabra y sus efectos girarán
sobre determinado centro esotérico (en ningún caso un
centro físico) y, por lo tanto, influirá y reglamentará
la vida.
El solicitante de la iniciación
debe abocarse al estudio de los sonidos y las palabras, sagradas o
no, y sobre todo deberán hacerlo intensamente los grupos esotéricos
a formarse.
Regla Ocho.
Cuando el discípulo se acerca al Portal, los siete mayores
deben despertar y evocar, sobre el doble círculo, respuesta
de los siete menores.
Esta regla es muy difícil y entraña
un peligro para el hombre que trata de seguir prematuramente el sendero
final. Textualmente, puede interpretarse así: que el iniciado
en cierne debe desarrollar en cierto modo la vibración de los
siete centros de la cabeza, y poner así en acrecentada actividad
vibratoria los siete centros del cuerpo en el plano etérico,
afectando, por medio de [e162]
la recíproca vibración,
los siete centros físicos, que inevitablemente quedarán
estimulados cuando los centros etéricos lleguen a su máxima
vibración. No es necesario extendernos sobre este punto, pues
basta señalar que a medida que los siete centros de la cabeza
responden al ego, los siete, centros siguientes,
- la cabeza, considerada
como unidad,
- el corazón,
- la garganta,
- el plexo solar,
- la base de la columna
vertebral, [i201]
- el bazo,
- los órganos genitales,
son también afectados, dentro de las líneas de purificación
y control. Esto producirá resultados en los órganos
estrictamente físicos, a través de los cuales funciona
el hombre en el plano físico. Por ejemplo, el hombre puede
transferir conscientemente el fuego creador y la energía desde
los órganos genitales a la garganta, o mediante el control
consciente del corazón, que produce la suspensión de
la acción del cuerpo físico. Esto no se logra por las
prácticas del Hatha Yoga o el enfoque de la atención
en los órganos físicos, sino cuando se ha desarrollado
el control, por el Dios interno, que actúa a través
del centro coronario, dominando así todo lo que debe conocerse
referente a la energía y sus puntos.
Por lo tanto, el solicitante aplicará
todas sus energías al desarrollo de la vida espiritual, y éste
será el resultado del recto pensamiento, la meditación
y el servicio. Por el estudio profundo de todo lo que debe conocerse
referente a la energía y sus puntos focales, coordinará
su vida de modo que la vida del espíritu podrá fluir
a través de ella. Este estudio solo puede emprenderse actualmente
sin peligro en forma grupal y bajo la guía de un instructor.
Los estudiantes se comprometerán a no permitir experimentar
con sus vidas ni a jugar con los fuegos del cuerpo. Sólo se
dedicarán a la comprensión teórica y a una vida
de servicio.
Los centros se desarrollarán
entonces normalmente, mientras el solicitante procura amar a sus semejantes
en verdad y de hecho, a servir de todo corazón, a pensar inteligentemente
y a vigilarse a sí mismo. También observará y
anotará todo lo que en su vida interna le parezca relacionarse
con la evolución de los centros. El instructor revisará
estas notas, hará el comentario, buscará [i202]
las deducciones, y los informes así
obtenidos se archivarán para servir de referencias al grupo.
De este modo se puede acumular mucho conocimiento útil.
El solicitante que abuse del conocimiento,
que se dedique a [e163]
"las prácticas de respiraciones
para el desarrollo mediumnímico" o a concentrarse en los
centros, fracasará inevitablemente en su empeño de llegar
al portal, y pagará el precio con su cuerpo, con perturbaciones
mentales, condiciones neurasténicas y diversas dolencias físicas.
Regla Nueve.
Que el discípulo se fusione dentro del círculo de los
demás yoes. Que se fusione en un solo color y aparezca su unidad.
Sólo cuando el grupo es presentido y conocido, la energía
puede emanar sabiamente.
Todos los discípulos y aspirantes
a la iniciación deben encontrar ese grupo particular de servidores
al que pertenecen en el plano interno, reconocerlos en el plano físico
y unirse a ellos en bien de la humanidad. Este reconocimiento se basará
en:
a. Unidad de objetivo.
b. Unicidad de vibración.
c. Similitud en la afiliación
grupal.
d. Lazos kármicos muy antiguos.
e. Capacidad para trabajar armoniosamente.
A primera vista esta regla parece ser
una de las más sencillas, aunque no lo sea en la práctica.
Errores se cometen fácilmente, y trabajar armoniosamente en
el alineamiento de un grupo no es tan simple como parece. Aunque haya
vibración y relación egoicas, no obstante, quizás
las personalidades no armonicen. Por lo tanto, el trabajo del solicitante
consiste en esforzar el aferramiento de su ego a su personalidad,
para [i203] posibilitar
la relación esotérica del grupo en el plano físico,
lo cual se conseguirá por la disciplina de su propia personalidad,
y no corrigiendo a sus hermanos.
Regla Diez.
La Hueste de la Voz, los devas, en sus graduadas filas, trabajan incesantemente.
Que el discípulo se dedique a considerar sus métodos;
que aprenda las reglas por las cuales la Hueste trabaja dentro de
los velos de maya.
Esta regla se refiere al trabajo de
investigación esotérica, lo cual deben realizar en un
momento u otro, quienes buscan la iniciación. Aunque no es
prudente para el que no está iniciado, inmiscuirse en la evolución
paralela de los devas, sin embargo, es necesario y seguro investigar
el procedimiento seguido por los [e164]
constructores, y los métodos que emplean al reproducir,
a través del cuerpo etérico, el arquetipo de lo que
denominamos manifestación física; sus grupos deben ser
conocidos teóricamente y también considerarse los sonidos
que los ponen en actividad. Por lo tanto, se requiere que todos los
solicitantes hagan un estudio organizado de:
1. El propósito del sonido.
2. El significado esotérico de las palabras,
de la gramática y la sintaxis.
3. Las leyes de la vibración
y de la electricidad, y muchos otros estudios subsidiarios concernientes
a la manifestación de la divinidad y de la conciencia, por
medio de la sustancia dévica y la actividad de los devas
superiores. Se investigarán también las leyes del
macrocosmos y se reconocerá la analogía entre las
actividades del microcosmos y la activa manifestación del
macrocosmos. [i204]
Regla Once.
Que el discípulo transfiera el fuego desde
el triángulo inferior al superior y preserve aquello que es
creado por el fuego en el punto medio.
Esto literalmente significa que el iniciado
controle lo que se entiende generalmente por impulso sexual y la trasferencia
del fuego que ahora vitaliza normalmente los órganos genitales,
al centro laríngeo, llegando a la creación en el plano
mental, por medio de la mente. Aquello que se ha de crear, debe ser
nutrido y mantenido por la energía amor de la naturaleza, emanada
del centro cardíaco.
El triángulo inferior mencionado
es:
1. El plexo solar.
2. La base de la columna vertebral.
3. Los órganos genitales.
Mientras que el superior, como se ha
señalado, es:
1. |
|
La cabeza. |
2. |
|
La garganta. |
3. |
|
El corazón. |
Esto puede ser interpretado por el lector
superficial como el mandato de ser célibe, y la promesa, por
el solicitante, de que se abstendrá de toda manifestación
física del impulso sexual. Pero [e165]
no es así. Muchos iniciados
han logrado su objetivo cuando, correcta e inteligentemente, participaron
en la relación matrimonial. El iniciado cultiva una peculiar
actitud mental, donde reconoce que todas las formas de manifestación
son divinas, y que el plano físico es una forma de expresión
divina como cualquiera de los planos superiores. Se da cuenta que
la manifestación más íntima de la divinidad debe
estar bajo el control consciente de la divinidad interna, y [i205]
que todo acto debe ser regido por
el esfuerzo de cumplir todos los deberes y obligaciones, supervisar
toda acción y actuación y utilizar el vehículo
físico, de modo que el grupo pueda ser beneficiado por ello
y ayudado en su progreso espiritual, en la ley perfectamente cumplida.
No se puede negar que en ciertas etapas
es aconsejable que el hombre logre perfecto control, en determinado
sentido, por medio de una temporaria abstención, pero esto
es un medio para un fin, que será seguido por etapas, cuando
obtenido el control el hombre demuestre los atributos de la divinidad
a través del cuerpo físico, y cada centro se use normal
e inteligentemente para desarrollar los propósitos de la raza.
Los Iniciados y Maestros contraen matrimonio
en muchos casos, y normalmente cumplen con sus deberes conyugales
y domésticos como esposos y esposas, pero se controlan y regulan
por el propósito y la intención, y ninguno se deja llevar
por la pasión ni el deseo. En el hombre perfecto, en el plano
físico, todos los centros están completamente controlados,
siendo su energía utilizada legítimamente. La voluntad
espiritual del divino Dios interno es el factor principal; así
habrá manifiesta unidad de esfuerzo en cada plano, por medio
de todos los centros, para el mayor bien de un mayor número.
He tratado estos temas porque muchos
estudiantes se confunden y adoptan una actitud mental que atrofia
completamente la naturaleza física normal, o bien se entregan
al libertinaje bajo el pretexto de "estimular los centros"
y acrecentar el desenvolvimiento astral. El verdadero iniciado debe
ser conocido por su prudente y santificada normalidad, por su constante
conformidad con lo que es para bien del grupo, según las leyes
del respectivo país, por el control y abstención de
todo tipo de excesos y por [i206]
el ejemplo de vida espiritual y rectitud
moral que da a sus asociados, juntamente con la disciplina de su vida.
Regla Doce.
Que el discípulo aprenda a utilizar su mano para servir; que
busque en sus pies la marca del mensajero; que aprenda a ver con el
ojo que observa, situado entre los dos ojos.
[e166]
Esta regla parece fácil de interpretar a simple
vista, como si se le ordenara al aspirante utilizar las manos para
servir, los pies en los mandados jerárquicos y desarrollar
la clarividencia. Pero el verdadero significado es mucho más
esotérico. Comprendido ocultamente, el "empleo de las
manos" es la utilización de los chakras o centros de las
palmas de las manos para:
a. Curar las dolencias corpóreas.
b. Bendecir y curar las dolencias emocionales.
c. Elevar las manos
en oración, o emplear sus centros durante la meditación,
cuando se manipula materia y corrientes.
Estos tres puntos requieren cuidadosa
consideración, y los estudiantes occidentales pueden aprender
mucho si estudian la vida de Cristo y consideran Sus métodos
al emplear Sus manos. Nada más se puede agregar, pues el tema
es demasiado vasto para que nos extendamos en este breve comentario.
La "señal del mensajero"
en los pies, se refiere a ese bien conocido símbolo de las
alas en los pies de Mercurio. Mucho se le revelará al estudiante
sobre este tema en las escuelas esotéricas, que sintetiza todo
cuanto se sabe acerca del Mensajero de los Dioses, y también
se estudiará cuidadosamente la información que los estudiantes
[i207] de astrología
han adquirido sobre el planeta Mercurio y la que los estudiantes de
esoterismo han reunido acerca de la ronda interna.
Superficialmente, la expresión
"el ojo que observa, situado entre los dos, parece significar
el tercer ojo que utilizan los clarividentes, pero su significado
es mucho más profundo y se oculta en los siguientes hechos:
1. Que la visión interna es aquello que
todos los seres autoconscientes, desde un Logos a un hombre, están
desarrollando.
2. Que el ego o yo superior es, respecto a
la mónada, lo que el tercer ojo es respecto al hombre, por
lo tanto, se lo describe como si mirase entre la mónada o yo
espiritual por un lado, y el yo personal por otro.
Por consiguiente,
en su sentido más amplio, esta regla incita al aspirante a
desarrollar la autoconciencia y a aprender a actuar, en cuerpo causal,
en los niveles superiores del plano mental, controlando desde allí
los vehículos inferiores y viendo claramente todo cuanto puede
verse en el pasado y en el futuro en los tres mundos. [e167]
Regla Trece.
El discípulo debe aprender y comprender cuatro cosas antes
de serle revelado el misterio más recóndito: primero,
las leyes que rigen aquello que irradia; segundo, los cinco significados
de la magnetización; tercero, la transmutación o el
secreto perdido de la alquimia y, por último, la primera letra
de la Palabra impartida o el oculto nombre egoico.
No podemos extendernos sobre esta regla.
Se refiere a misterios y temas demasiado grandes para ser tratados
aquí. La [i208]
incluimos en estas reglas para que sirva de tema de meditación,
estudio y reflexión grupal.
La regla final es muy breve y consiste
en cinco palabras.
Regla Catorce.
Escuchen, toquen, vean, apliquen, conozcan.
Estas palabras conciernen a aquello
que los cristianos llamarían la consagración de los
tres sentidos principales y su empleo en la evolución de la
vida interna espiritual. Luego se aplica lo aprendido y comprobado,
seguido por la fructificación del conocimiento adquirido.
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